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ACTOS LEGÍTIMOS Los actos de jurisdicción voluntaria se llamaban en Roma actus legitimi. No podían existir sin la intervención o concurrencia de la autoridad judicial y las solemnidades y fórmulas establecidas para cada uno de estos negocios. Actus legitimi, lege jussi aut liciti, publice vel privatim solemni ritu celebrandi. La adición de herencia, la aceptilación, la aceptación de un esclavo, la mancipación, y todos los actos legítimos eran nulos si no los ejecutaba la persona directamente interesada; no se podían llevar a cabo por representante o apoderado. Habían de otorgarse puramente sin establecer condición y sin señalar día desde el que debiera empezar o cesar su efecto. Por medio de una ficción consiguióse en los últimos tiempos dar validez a los actos legítimos celebrados condicionalmente. La aceptilación en la cual un acreedor confesaba haber recibido puramente lo que se le había prometido al cumplimiento de una condición, era eficaz y valedera. En rigor no han pasado al derecho español más actos legítimos que en cierto modo la aceptación de herencia, la que, según las leyes de Partida, no ha de hacerse por procurador, ni bajo condición, ni a día cierto. Ni el nombramiento de tutor, ni la condonación de deudas, ni la venta, ni ningún acto de esta clase necesita las fórmulas romanas; y puede la persona interesada directamente efectuarlos por sí mismo o por medio de representante o procurador. Ni la aceptación de herencia ha de hacerse con solemnes y especiales fórmulas. Son legítimos en nuestro derecho los actos, en cuanto se han de ajustar para su validez a las prescripciones legales.
2014 - Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano Siglo XIX. Aviso Legal