Escolar    |    Actor    |    Cuentos Cortos    |    Algebra

 

.

ACTOR

LOS ACTORES EN ROMA


En Roma fue muy distinta la situación de los actores. Allí no hubo teatro nacional, ni religioso; y aparte de las atelanas, piececitas satíricas de origen etrusco, cuya representación se reservaron los jóvenes romanos, las obras dramáticas de importación griega eran representadas por extranjeros y esclavos.

El introductor del drama en Roma fue un esclavo griego, de Tarento, Livio Andrónico, liberto de Livio Salinator; el cual, para representar las obras griegas traducidas, tuvo que formar una compañía de libertos y esclavos, por no querer los hombres libres sujetarse a él, ni representar otra cosa que la satura romana. La profesión de actor fue mirada como servil y como infamante. Un senador no podía visitar a un actor, ni un caballero acompañarle públicamente.

En tiempo de Planto, los actores eran esclavos alquilados por sus amos, que se hacían pagar bien, y que los castigaban a su antojo: por lo cual, aunque algunas veces el público entusiasmado pedía la libertad de un actor, lo más general era que al retirarse de la escena le esperasen los azotes, por la menor falta que hubiese cometido, según hace decir Planto en el Anfitrión, al actor que representa a Mercurio.

En ocasiones los pobres actores eran castigados públicamente en el teatro, como le ocurrió a Stephanión, a quien Augusto mandó azotar tres días, por haber puesto los ojos en una matrona romana; y Pílades fue desterrado, por faltar al respeto a un ciudadano que le silbó. Dan idea de la triste condición de los actores en Roma, las quejas y lamentos de Laberio, caballero romano, a quien César obligó a representar sus mimos.

A pesar de todo, hubo algunos actores como Ambivio, Turpio, Roscio y Esopo, amigo de Cicerón, que se hicieron ricos y fueron estimados.

Los mimos penetraron también en Roma, por importación griega, y alcanzaron mucha popularidad. Eran, como en Grecia, piececillas satíricas y obscenas, y tomaban parte en su representación mujeres, siendo célebre una llamada Dionisia.

En tiempo de Augusto, decayeron también los mimos, siendo remplazados por las pantomimas, que implantaron dos famosos representantes: Pílades, de Cilicia, notable en la danza grave, y Batilo de Alejandría, en la cómica. Las pantomimas, aun más que los mimos, eran brutales y monstruosamente obscenas; y estas representaciones infames se generalizaron en el imperio, no sólo en los teatros públicos, sino en los palacios de los Césares y en las casas de los patricios, que se encenagaban en orgías, de que formaban parte tales danzas y representaciones.


2014 - Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano Siglo XIX. Aviso Legal