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ACTA

ACTAS CONCILIARES


Al hablar de los concilios, lo mismo generales que particulares y lo mismo los sínodos diocesanos, hay que tratar de las colecciones generales de ellos, según su clase, sus sesiones, resoluciones y actas de unas y otras.

Generalmente lo que se publican son las resoluciones adoptadas después de muchas reuniones o juntas, verdaderas sesiones, en que se discute y delibera, levantando acta en extracto de todo lo que se dice, delibera y acuerda si se llega a un acuerdo. Tomado uno de estos, se une a los anteriores y en día determinado se publica, constituyendo esta serie de acuerdos lo que se llama una sesión.

A veces la lectura y aprobación no se pueden terminar en un día, como sucedió en la vigésima quinta y última del concilio de Trento y hay que continuarla al día siguiente, constituyendo una sola sesión, aunque en realidad sean dos y en dos días. Lo importante, pues, en los concilios, y lo que se confirma y promulga por el Papa son las sesiones, no las actas, pues sería esto un trabajo prolijo, y además ni aun deben hablar los Prelados de lo que allí se trata, pues prestan juramento de silencio.

Sobre las actas de los concilios se escriben las historias de ellos, que no tienen más autoridad que la que les da la buena reputación del autor. Fr. Paolo Sarpi, el renegado veneciano, que recogía todas las falsedades inventadas por los protestantes y holgazanes de Roma contra el concilio de Trento, o las inventaba, es una autoridad para los enemigos de la Iglesia. Los católicos, por el contrario, damos completa fe y asenso al respetable P. Palavicini, que tuvo a su disposición las actas del concilio y escribió verídicamente a vista de las discusiones, a veces algo calurosas, que ocurrían en las juntas o sesiones secretas.

Las actas de casi todos los concilios generales antiguos se han perdido. Las noticias históricas que nos quedan acerca de hechos particulares constan de historias particulares. Así, por ejemplo, se cita el dicho más o menos cierto del sencillo obispo Pafnucio acerca del celibato eclesiástico, llamándolo pesada carga (grave tatuen onus) y eso que conservaba su virginidad, y la enmienda de la palabra gravatum por lectum hecha a un obispo literato. Nada de esto dice el concilio ni constaría en las actas.

La historia y actas del concilio de Constanza están publicadas en seis tomos gruesos en folio.

El riquísimo archivo vaticano, que acaba de ser puesto a disposición de los sabios por Su Santidad el Papa León XIII, contiene también muchas actas y aun de particulares, más o menos conocidas.


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