ABORTO
EXAMEN DEL FETO PARA LA DETECCIÓN DEL ABORTO
Siempre que sea posible encontrar el fruto de la concepción después de su expulsión, ya natural, ya violenta, es necesario que los peritos lo tengan a su disposición para su análisis y estudio. El estudio, entonces, se comienza por lavar el feto con suma precaución en agua templada, y poniendo cuidadoso esmero y primor en no comprimirlo con los dedos ni tocarle o moverlo con instrumento cortante o contundente; todo a fin de no producir desperfectos o señales que pudieran después ser tomadas como lesiones criminales, o dificultar las investigaciones comenzadas.
Si la materia sometida a esta operación del lavado, se disuelve en el agua sin dejar más que un residuo pulverizable a la más pequeña presión, es evidente que esos residuos son coágulos de sangre. Sin embargo, autores de fama aseveran que un feto poco desarrollado puede muy fácilmente quedar así inadvertido en los cuajarones de sangre, mientras que la existencia misma de esos cuajarones puedo, en determinadas circunstancias, ser indicio bastante de un aborto. El embrión o feto, cuando se logra descubrirlo, suele mostrar, a quien sabe analizarlo y estudiarlo, las huellas de la violencia ejercida para provocar el aborto. Las lesiones suelen aparecer en la parte superior de la cabeza, frente por frente a las rasgaduras de las membranas correspondientes.
Otro punto esencialísimo y de capital importancia es el precisar la edad del feto en el momento en que dejó de vivir. Pero, para dar un veredicto imparcial, el médico legal que haya de fijar con acierto la fecha de un embarazo, necesita mucha experiencia, gran circunspección y prudencia.
Por el aspecto exterior del feto puede averiguarse con alguna exactitud si ha permanecido encerrado en el útero, o si ha vivido algún tiempo en el exterior. En fin, la época de la muerte misma se determina por el grado de putrefacción del cadáver, teniendo en cuenta siempre la naturaleza del lugar en que se ha conservado.